Como todos los años, el 6 de julio se celebra en el Perú el Día del Maestro. Sea la ocasión para hacer una reflexión acerca de su rol actual y futuro.
Se estima que en el país hay 480 mil profesionales ejerciendo la docencia en instituciones de educación básica y educación superior no universitaria y que los docentes que trabajan en las universidades llegan casi a los 50 mil.
Del docente se espera mucho en estas sociedades y economías en constante cambio. Algunas de las razones que explican esos deseos son los siguientes:
1. Las formas de enseñar y aprender responden a nuevas concepciones. El conocimiento, antes limitado y concentrado en libros y otros materiales impresos, se amplía y desarrolla a pasos agigantados gracias a las tecnologías de la información, que no solo permiten acceder a más información, sino a una variedad de recursos de diversa naturaleza que se adaptan la los intereses y necesidades de cada quién, aumentando las posibilidades que el aprendizaje se produzca de forma más efectiva y que nunca termine. Crear las actitudes para aprender durante toda la vida se convierte en una de las finalidades clave de los nuevos sistemas de enseñanza.
2. Se vive en entornos sociales cada vez más globalizados y competitivos que obligan a que los procesos de aprendizaje busquen la formación de estudiantes con una visión más amplia del mundo que en el pasado a la vez que con objetivos de actuación en los ámbitos locales. Obliga a que el maestro amplíe su visión cultural y que, sin descuidar la preservación de los valores e identidad nacionales, también de la importancia necesaria a elementos propios de la globalización: valores universales, convivencia internacional, la preocupación y lucha por derechos como el vivir en un medio ambiente sano, que protege a su población vulnerable y que busca la eliminación de discriminaciones.
3. Las nuevas tecnologías y la globalización traen a la humanidad grandes beneficios pero también conllevan grandes riesgos. Aumentan las formas de violencia e intemperancia, el consumo de drogas, el número de embarazos precoces, el trabajo infantil y de adolescentes de los sectores más pobres de la población.
4. Las economías buscan un elevado crecimiento que haga posible un mayor bienestar de sus habitantes, lo cual significa más competitividad una mayor competitividad y productividad de sus habitantes y del país, así como desarrollar las necesarias actitudes de emprendimiento, responsabilidad, trabajo en equipo, trabajo bajo presión, etc.
La única forma de alcanzar estos desafíos es con una educación de calidad extendida a lo largo del país, la cual tiene como su referente principal al maestro.Lo que hace a un buen maestro son las pautas culturales de fondo, la solidez de sus principios y convicciones, el dominio en profundidad de saberes y técnicas por elementales que sean, el amor contagioso por el saber y el estudio, así como la capacidad de despertar y mantener despierto el interés de los alumnos. Es eso lo que tenemos que buscar para nuestro magisterio. Ello significa diversos cometidos; entre los principales se citan los siguientes:
1. Contribuir a una participación social de calidad, desarrollando un sentido de pertenencia y la construcción de ciudadanía.
2. Facilitar la adaptación al cambio social, científico y tecnológico, así como la tolerancia a la diversidad.
3. Trabajar con los nuevos medios, administrando la creciente información y gestionando el conocimiento.
4. Desarrollar una elevada competitividad profesional de los individuos con una visión global y para una actuación local.
5. Generar actitudes que favorezcan el trabajo en equipo y la capacidad de relacionarse con los demás.
En ese propósito, los maestros deben trabajar aplicando un diseño curricular basado en enfoques modernos que incluya: trabajar y evaluar en base de competencias, aplicar métodos activos, personalizados que aprovechen el adelanto tecnológico; orientar a los estudiantes en el desarrollo de su personalidad y vocación procurando el desarrollo de un juicio crítico, una conciencia ciudadana. En síntesis, lograr que sus alumnos adquieran las capacidades necesarias para tener éxito como ciudadano, miembro de una familia y trabajador.
No siempre es fácil que el maestro pueda asumir esas delicadas responsabilidades pues no necesariamente van de la mano con sus condiciones de trabajo. Nadie duda que el magisterio público y gran parte del magisterio privado está mal remunerado, que un porcentaje importante de los centros de enseñanza funciona en precarias condiciones, con déficit de equipamiento y material educativo, que la capacitación que reciben es insuficiente y no siempre de calidad..
Para los maestros que trabajan en escuelas públicas se ha puesto en marcha la Carrera Pública Magisterial. Todavía son pocos los maestros incorporados a este nuevo régimen laboral que les ofrece mejores remuneraciones y una Carrera que apoya e incentiva el mérito. Ciertamente que la Carrera se asocia a mayores exigencias para el ingreso, a evaluaciones que incluyen al desempeño como factor fundamental para el ingreso, ascenso y permanencia, a Incentivos para que mejores docentes trabajen en las zonas más pobres y una conducta ejemplar como una exigencia para la permanencia en la Carrera.
Es de esperar que las dificultades que se han observado en la aplicación de las primeras evaluaciones para el ingreso de nuevos docentes y la incorporación de docentes en servicio a la Carrera Pública Magisterial se superen prontamente y que un mayor número de profesores se beneficien con una mejor situación económica.
Pero no solo mejores remuneraciones son un incentivo al maestro. Reconocimientos a su esfuerzo, innovación y logro de mejores resultados con sus alumnos es una política que requiere promoverse más. Las palmas magisteriales, el único reconocimiento que el Estado otorga a los maestros, llega a muy pocos; incluso su más alto grado -el de amauta- no siempre es concedido a un maestro de aula. Los premios que llegan a reconocer a las mejores escuelas, los mejores directores, la mejor innovación pedagógica o al mejor maestro a nivel de un departamento o provincia son casi inexistentes o raramente promovidos.
Un fondo para el perfeccionamiento docente en el país y en extranjero, así como becas integrales para atraer buenos alumnos a la carrera magisterial en instituciones que ellos escojan podrían ser parte de nuevas políticas que el Estado con apoyo de sectores de la sociedad podría organizar.
Afortunadamente es la empresa privada la que está cubriendo ese déficit de reconocimientos. Concursos como "Maestro de deja Huella" de Interbank y "Maestro Digital" de Backus, son parte de esas iniciativas que están permitiendo descubrir la inmensa potencialidad que tienen los profesores de crear mejores formas de aprendizaje para sus alumnos y de funcionamiento de los servicios existentes en sus escuelas.
El país debería emprender una cruzada más amplia de reconocimiento de la abnegada labor de muchos maestros. Es hora que la sociedad empiece a trabajar en posibles soluciones, aun cuando sean de largo plazo.
Se estima que en el país hay 480 mil profesionales ejerciendo la docencia en instituciones de educación básica y educación superior no universitaria y que los docentes que trabajan en las universidades llegan casi a los 50 mil.
Del docente se espera mucho en estas sociedades y economías en constante cambio. Algunas de las razones que explican esos deseos son los siguientes:
1. Las formas de enseñar y aprender responden a nuevas concepciones. El conocimiento, antes limitado y concentrado en libros y otros materiales impresos, se amplía y desarrolla a pasos agigantados gracias a las tecnologías de la información, que no solo permiten acceder a más información, sino a una variedad de recursos de diversa naturaleza que se adaptan la los intereses y necesidades de cada quién, aumentando las posibilidades que el aprendizaje se produzca de forma más efectiva y que nunca termine. Crear las actitudes para aprender durante toda la vida se convierte en una de las finalidades clave de los nuevos sistemas de enseñanza.
2. Se vive en entornos sociales cada vez más globalizados y competitivos que obligan a que los procesos de aprendizaje busquen la formación de estudiantes con una visión más amplia del mundo que en el pasado a la vez que con objetivos de actuación en los ámbitos locales. Obliga a que el maestro amplíe su visión cultural y que, sin descuidar la preservación de los valores e identidad nacionales, también de la importancia necesaria a elementos propios de la globalización: valores universales, convivencia internacional, la preocupación y lucha por derechos como el vivir en un medio ambiente sano, que protege a su población vulnerable y que busca la eliminación de discriminaciones.
3. Las nuevas tecnologías y la globalización traen a la humanidad grandes beneficios pero también conllevan grandes riesgos. Aumentan las formas de violencia e intemperancia, el consumo de drogas, el número de embarazos precoces, el trabajo infantil y de adolescentes de los sectores más pobres de la población.
4. Las economías buscan un elevado crecimiento que haga posible un mayor bienestar de sus habitantes, lo cual significa más competitividad una mayor competitividad y productividad de sus habitantes y del país, así como desarrollar las necesarias actitudes de emprendimiento, responsabilidad, trabajo en equipo, trabajo bajo presión, etc.
La única forma de alcanzar estos desafíos es con una educación de calidad extendida a lo largo del país, la cual tiene como su referente principal al maestro.Lo que hace a un buen maestro son las pautas culturales de fondo, la solidez de sus principios y convicciones, el dominio en profundidad de saberes y técnicas por elementales que sean, el amor contagioso por el saber y el estudio, así como la capacidad de despertar y mantener despierto el interés de los alumnos. Es eso lo que tenemos que buscar para nuestro magisterio. Ello significa diversos cometidos; entre los principales se citan los siguientes:
1. Contribuir a una participación social de calidad, desarrollando un sentido de pertenencia y la construcción de ciudadanía.
2. Facilitar la adaptación al cambio social, científico y tecnológico, así como la tolerancia a la diversidad.
3. Trabajar con los nuevos medios, administrando la creciente información y gestionando el conocimiento.
4. Desarrollar una elevada competitividad profesional de los individuos con una visión global y para una actuación local.
5. Generar actitudes que favorezcan el trabajo en equipo y la capacidad de relacionarse con los demás.
En ese propósito, los maestros deben trabajar aplicando un diseño curricular basado en enfoques modernos que incluya: trabajar y evaluar en base de competencias, aplicar métodos activos, personalizados que aprovechen el adelanto tecnológico; orientar a los estudiantes en el desarrollo de su personalidad y vocación procurando el desarrollo de un juicio crítico, una conciencia ciudadana. En síntesis, lograr que sus alumnos adquieran las capacidades necesarias para tener éxito como ciudadano, miembro de una familia y trabajador.
No siempre es fácil que el maestro pueda asumir esas delicadas responsabilidades pues no necesariamente van de la mano con sus condiciones de trabajo. Nadie duda que el magisterio público y gran parte del magisterio privado está mal remunerado, que un porcentaje importante de los centros de enseñanza funciona en precarias condiciones, con déficit de equipamiento y material educativo, que la capacitación que reciben es insuficiente y no siempre de calidad..
Para los maestros que trabajan en escuelas públicas se ha puesto en marcha la Carrera Pública Magisterial. Todavía son pocos los maestros incorporados a este nuevo régimen laboral que les ofrece mejores remuneraciones y una Carrera que apoya e incentiva el mérito. Ciertamente que la Carrera se asocia a mayores exigencias para el ingreso, a evaluaciones que incluyen al desempeño como factor fundamental para el ingreso, ascenso y permanencia, a Incentivos para que mejores docentes trabajen en las zonas más pobres y una conducta ejemplar como una exigencia para la permanencia en la Carrera.
Es de esperar que las dificultades que se han observado en la aplicación de las primeras evaluaciones para el ingreso de nuevos docentes y la incorporación de docentes en servicio a la Carrera Pública Magisterial se superen prontamente y que un mayor número de profesores se beneficien con una mejor situación económica.
Pero no solo mejores remuneraciones son un incentivo al maestro. Reconocimientos a su esfuerzo, innovación y logro de mejores resultados con sus alumnos es una política que requiere promoverse más. Las palmas magisteriales, el único reconocimiento que el Estado otorga a los maestros, llega a muy pocos; incluso su más alto grado -el de amauta- no siempre es concedido a un maestro de aula. Los premios que llegan a reconocer a las mejores escuelas, los mejores directores, la mejor innovación pedagógica o al mejor maestro a nivel de un departamento o provincia son casi inexistentes o raramente promovidos.
Un fondo para el perfeccionamiento docente en el país y en extranjero, así como becas integrales para atraer buenos alumnos a la carrera magisterial en instituciones que ellos escojan podrían ser parte de nuevas políticas que el Estado con apoyo de sectores de la sociedad podría organizar.
Afortunadamente es la empresa privada la que está cubriendo ese déficit de reconocimientos. Concursos como "Maestro de deja Huella" de Interbank y "Maestro Digital" de Backus, son parte de esas iniciativas que están permitiendo descubrir la inmensa potencialidad que tienen los profesores de crear mejores formas de aprendizaje para sus alumnos y de funcionamiento de los servicios existentes en sus escuelas.
El país debería emprender una cruzada más amplia de reconocimiento de la abnegada labor de muchos maestros. Es hora que la sociedad empiece a trabajar en posibles soluciones, aun cuando sean de largo plazo.
Fuente: politicasdeeducacion - Por Hugo Diaz Diaz
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