Antes, dejamos en claro que de ninguna manera la irracionalidad y los adjetivos hepáticos vertidos por ese “periodista” venal nos amilanan, ni mucho menos altera la tranquilidad de nuestra mente y la de nuestro entorno. Hace mucho que aprendimos a borrar al instante todo aquello que pueda afectarnos y gracias a la Metafísica nuestras vidas han logrado ajustarse al orden y a la armonía.
Nos imaginamos al sujeto ese, desgañitarse, bramando, chillando y disfrazado de doña Indignación Moralizadora, que Marden Rojas ha hecho una venta de aceituna fraudulenta en el CFAT y con voz epicena incluida, disparatado, al borde del histerismo, vociferar que la corrupción es pecado y que debe intervenir el Ministerio Público, el Procurador Anticorrupción, la Contraloría General de la República y las comisiones de fiscalización… y claro el más amigote tenía que morder el anzuelo.
Pobre perico… cree que en Tacna nadie se da cuenta que de periodista no tiene nada, que todo el mundo sabe que no es más que un cínico y corrupto, que apedrea, agazapado detrás de un micrófono contra todos aquellos que no comparten su amaneramiento y que ha hecho del insulto su oficio para beneficio de sus propios intereses, gracias a la complicidad de autoridades medrosas que satisfacen sus caprichos con dinero, viajes de placer o con especies.
Para individuos de esa calaña la honestidad, la integridad no valen nada, menos les interesa saber que “para ser buen periodista se tiene que ser ante todo una buena persona, porque el cínico, el corrupto, la mala persona, no sirve para este oficio” como dice Ryszard Kapuscinski, uno de los periodistas más respetados del mundo. Tampoco le cabe en su cerebro de cucaracha que “la independencia de un medio de comunicación se mide en función de su cercanía o lejanía respecto a cualquier forma de poder” como bien señala el periodista nacional Angel Páez y el pueblo de Tacna sabe como “opera” la radio de la corrupción.
Finalmente hacemos mención que nunca hemos cruzado palabra alguna con el tal Fernando Rondinel. Más bien conocimos a su padre en 1975, cuando ganamos un concurso público para redactores en el diario “Correo”. Recién llegábamos de Arequipa y sólo contaba con 18 años de edad. Una noche llegó a la redacción un señor preguntando por nosotros y se presentó como Henry. Cuando nos vimos por primera vez me dijo: “Quería conocerte” y desde entonces nos hicimos “buenos amigos” hasta el año 2000, cuando instigó la retoma del local que ocupaba la DRET en la I.E. Modesto Basadre, con el saldo de violencia que todos conocemos. Hasta pronto.
Tacna, 28 de marzo de 2010